La enfermedad inflamatoria pélvica (EIP) es el nombre que utilizamos para referirnos a las infecciones del aparato genital interno: útero, trompas de Falopio, ovarios y las áreas abdominales que las alojan. Es muy importante que entendamos que nos referimos a infecciones en la zona alta del aparato genital y no a procesos del aparato genital inferior, como pueden ser la vaginitis o las afectaciones de la vulva.
¿Qué es la enfermedad inflamatoria pélvica?
La enfermedad inflamatoria pélvica (EIP) es el nombre que utilizamos para referirnos a las infecciones del aparato genital interno: útero, trompas de Falopio, ovarios y las áreas abdominales que las alojan. Es muy importante que entendamos que nos referimos a infecciones en la zona alta del aparato genital y no a procesos del aparato genital inferior, como pueden ser la vaginitis o las afectaciones de la vulva.
La EIP es una complicación frecuente y grave de ciertas enfermedades de transmisión sexual (ETS), especialmente de la infección por chlamydia y de la gonorrea.
Importancia de la enfermedad inflamatoria pélvica
Es importante porque, en primer lugar, es una infección en el espacio intrabdominal grave que provoca: fiebre, malestar, dolor abdominal e incluso abscesos abdominales que pueden requerir cirugía.
Además, la EIP puede provocar consecuencias graves que incluyen esterilidad, embarazo ectópico (embarazo implantado en una trompa de Falopio o en otro lugar fuera de la matriz) y dolor pélvico crónico.
¿Cómo se contrae la EIP?
La EIP se presenta cuando las bacterias pasan de la vagina o el cuello uterino (la abertura al útero) a otros órganos reproductores de la mujer. Diversos tipos de organismos pueden causar la EIP, muchos de ellos asociados a la gonorrea y a la chlamydia, dos enfermedades bacterianas de transmisión sexual muy frecuentes. Si bien los patógenos más relacionados con la EIP son Neisseria Gonorrhoeae y Chamydia Trachomatis, la infección que se produce en la EIP es polimicrobiana.
Si ya se ha sufrido EIP una vez, el riesgo de que ocurra otra vez aumenta, ya que los órganos reproductores pueden haber sufrido daños la primera vez que se presentó la infección. Las mujeres sexualmente activas que están en edad de procrear son las que están expuestas a un mayor riesgo y las menores de 25 años tienen mayor probabilidad de contraer EIP que las mujeres mayores de esta edad.
Cuantas más parejas sexuales tenga una mujer, mayor es el riesgo de contraer EIP. Asimismo, una mujer cuya pareja sexual tenga más de una pareja sexual enfrenta un mayor riesgo debido a que está potencialmente expuesta a más agentes infecciosos.
Las mujeres que usan duchas vaginales también tienen un riesgo más alto de contraer EIP. En las investigaciones se ha indicado que las duchas alteran de forma dañina la composición de la flora vaginal (microorganismos que viven en la vagina) y pueden empujar las bacterias desde la vagina hacia los órganos genitales internos superiores.
Las mujeres que utilizan dispositivos intrauterinos (DIU) pueden tener un riesgo levemente mayor de contraer EIP durante el tiempo cercano a la inserción del dispositivo.
Síntomas del EIP
La enfermedad inflamatoria pélvica puede que no presente síntomas o que estos no sean graves. En general, las mujeres que presentan síntomas de EIP sufren dolor en la parte inferior del vientre. Otros signos incluyen fiebre, flujo vaginal que puede tener mal olor, relaciones sexuales dolorosas, dolor al orinal, menstruación irregular y dolor en la parte superior derecha del abdomen (poco frecuente).
Debido a que los síntomas son tan poco claros, la EIP no es detectada por las mujeres ni por los médicos en casi dos tercios de los casos.
Complicaciones de la enfermedad inflamatoria pélvica
Un tratamiento temprano y adecuado puede ayudar a prevenir las complicaciones causadas por la EIP. Si esta enfermedad no se trata, puede causar daño permanente en los órganos genitales femeninos.
Las bacterias causantes de la infección pueden invadir las trompas de Falopio sin presentar síntomas y transformar el tejido normal en tejido cicatricial. Este tejido fibroso bloquea o interrumpe el movimiento normal de los óvulos hacia el útero. Si las trompas de Falopio están totalmente bloqueadas por el tejido cicatricial, el espermatozoide no puede fertilizar el óvulo y la mujer queda estéril. Aproximadamente, una de cada diez mujeres con EIP queda estéril y, si la mujer tiene múltiples casos de EIP, aumentan las posibilidades de infertilidad.
Asimismo, una trompa de Falopio parcialmente bloqueada o levemente dañada puede hacer que un óvulo fecundado permanezca en la trompa de Falopio. Si este empieza a creer en la trompa como si estuviera en el útero, se presenta un embarazo ectópico. A medida que avanza el embarazo ectópico, puede romper la trompa de Falopio y causar gran dolor, hemorragia interna y hasta la muerte.
La aparición de tejido cicatricial en las trompas de Falopio y en otras estructuras pélvicas también puede causar dolor pélvico crónico, un dolor que dura meses y hasta años.
¿Cómo se diagnostica el EIP?
La EIP es difícil de diagnosticar porque los síntomas a menudo sin imperceptibles y leves. Debido a que no hay pruebas precisas para detectar la EIP, por lo general el diagnóstico se basa en hallazgos clínicos. Si se presentan síntomas de dolor en la parte inferior del abdomen, el médico debería realizar un examen físico para determinar la naturaleza y la ubicación del dolor y si hay fiebre, flujo anormal vaginal o del cuello uterino y señales de infección por gonorrea o chlamydia. Si los hallazgos indican que hay EIP, se hace necesario el tratamiento.
El médico también puede ordenar pruebas para identificar el organismo causante de la infección (chlamydia o gonorrea) o para distinguir entre la EIP y otros problemas con síntomas similares. La ecografía pélvica es un procedimiento útil para diagnosticar la EIP, ya que este examen permite visualizar el área de la pelvis para ver si las trompas de Falopio están agrandadas o si hay un absceso.
En ciertos casos, puede ser necesaria una laparoscopia para confirmar el diagnóstico. La laparoscopia es un procedimiento quirúrgico mediante el cual un tubo delgado y rígido con una luz y cámara en el extremo (laparoscópico) se inserta mediante una pequeña incisión en el abdomen. Este procedimiento le permite al médico ver los órganos pélvicos internos y, si fuese necesario, obtener muestras para estudios de laboratorio.
Tratamiento de la EIP
La EIP se puede curar con varios tipos de antibióticos, el médico determinará y recomendará la mejor terapia. Sin embargo, el tratamiento con antibióticos no corrige los daños que ya han ocurrido en los órganos genitales internos. Los antibióticos pueden ser administrados por vía oral o por inyección.
Si el tratamiento es ambulatorio es muy importante realizarlo según se paute. Los síntomas pueden desaparecer antes de que se cure la infección, por lo tanto, la mujer debe tomarse todos los antibióticos que le han sido recetados, aunque ya no tenga síntomas. Esto ayudará a que la infección se vuelva a presentar.
Asimismo, la pareja o parejas sexuales de la mujer deben recibir tratamiento para disminuir el riesgo de reinfección, aunque no tengan síntomas, ya que aun así podrían estar infectadas con los organismos que causan la EIP.
Se puede recomendar que una mujer sea hospitalizada para recibir tratamiento contra la EIP si:
¿Puede prevenirse la enfermedad inflamatoria pélvica?
Las mujeres pueden protegerse contra la EIP tomando medidas para prevenir las enfermedades de transmisión sexual. Los condones de látex en los hombres, cuando se usan de manera habitual y correcta, pueden reducir el riesgo de transmisión de la clamidia y la gonorrea.
La manera más segura de evitar el contagio de enfermedades de transmisión sexual es abstenerse de tener relaciones sexuales o tener una relación duradera, mutuamente monógama, con una pareja a quien se le han hecho pruebas y se sabe que no está infectada.
Cualquier síntoma anormal en el área genital -como por ejemplo una herida o úlcera anormal, flujo con olor, sensación de ardor al orinar o sangrado entre ciclos menstruales- podría significar que la mujer tiene una infección por una ETS. Si la mujer tiene alguno de estos síntomas debe dejar de tener relaciones sexuales y consultar con un médico de inmediato. El tratamiento temprano de las enfermedades de transmisión sexual puede prevenir la EIP.
Las mujeres que saben que tienen una enfermedad de transmisión sexual y están recibiendo tratamiento deben comunicárselo a todas sus parejas sexuales recientes para que consulten con un médico y se hagan las pruebas para saber si tienen una ETS. No se debe reiniciar la actividad sexual hasta que todas las parejas sexuales hayan sido examinadas y, si ha sido necesario, hayan recibido tratamiento.